viernes, 4 de septiembre de 2020

No tendré miedo

    No tendré miedo… no es posible matar lo que no está vivo ni se ha inventado de momento la forma de que los muertos mueran más de lo que están… 

   No tendré miedo… no será tan distinto… bajo todos los cambios, por más abruptos y radicales que sean, hay siempre una línea de continuidad que se mantiene incólume… quiero decir que seguiré estando muerto, pero en mejores condiciones: sin tener que darme cuenta ni ser consciente de ello, ni teniendo que arrostrar los severos inconvenientes que conlleva ejercer el disimulo de seguir vivo… 

   No tendré miedo… la abolición de mi ser es para mí el más noble de los dones… 

   No tendré miedo… bienvenida la muerte… la auténtica novia de mi vida… con los ojos ensangrentados y el sexo en llamas… 

   No tendré miedo… ¿de qué habría que tenerlo si estoy a punto de echar el polvo definitivo y de experimentar el gozo infinito?… ¡Ah, El Polvo Supremo, el que transporta en alas de placer eterno al sitio del que nadie puede volver!… 

   No tendré miedo… bendita sea la guadaña… con su filo incorruptible… con su elegante modo de danzar en el aire y segar cuellos, como si hiciera pespuntes con el hilo del viento mientras musita una balada en los oídos de la nada… 

   No tendré miedo... ¿Qué interés puede haber, que no sea el terror a lo venidero, en habitar un mundo en el que la imagen del espejo que contemplas ya no te reconoce?… 

   No tendré miedo… volveré por fin al sitio del que nunca debí salir… nada echaré de menos porque todo lo seré en la gloria de Dios… 

   No tendré miedo… Tat Tvam Asi… eso eres tú… la Nada vestida de color… el Vacío cubierto de sonidos… 

   No tendré miedo… ¿por qué la gente se pasará la vida acojonada con la muerte?... ¿a qué se deberá tan estúpida turbación si a nada hay que temer, salvo al hecho de estar vivo?… Con lo a gusto que estábamos cuando no éramos… flotando todos tan felices sobre un vacío en calma… desperezándonos en el liquido amniótico de dios…

   No tendré miedo… el Señor no es mi pastor ni yo su oveja… no habrá lúgubre Valle de Sombras que atravesar… ni necesidad de cayado pastoral en el que apoyarse… ni melifluas frases de consuelo… ni impertinentes bendiciones póstumas… ni latines fúnebres expelidos por la boca descompuesta de los representantes de la Iglesia… 

   No tendré miedo… ¡qué hostias!... la vida no existe… ha sido todo mentira… una engañifa fugaz… una vulgar estafa… un sabotaje perpetrado por las crueles apariencias para hacerte creer que eras alguien en un mundo real… el zafio truco de un torpe demiurgo que no daba para más… 

   No tendré miedo… no derramarán mis ojos una lágrima por alejarme de ahí… de donde ya no sé si estoy… de donde nunca podré estar seguro que alguna vez fui… 

   No tendré miedo… ¿por qué?... sólo será otro modo de no estar… otra forma de no ser… otro estilo inexistente de vida… 

   No. No tendré miedo… se acabó lo de gesticular como si se estuviera vivo en la noche de los muertos vivientes… de arrastrarme por las alcantarillas… de pernoctar en las cloacas… ya está bien de seguir haciendo como que sí, cuando es que no… 

   No tendré miedo… un solo gesto de gallardía exculpa toda una vida disoluta… seré eximido… exonerado de mis desgracias… me serán condonadas todas mis deudas por la gracia bendita del Espíritu Santo… lavadas todas mis culpas con las aguas bautismales del retorno porque el único pecado en definitiva era ser… 

   No tendré miedo… me hallaré lo más lejos posible de mí… a una distancia infinita… no tendré que soportarme… podré repantigarme en el lecho de mi ausencia… descansar a mis anchas de mi penosa compañía… 

   No tendré miedo… dejaré de luchar en mi contra… de toparme conmigo… de volverme loco tratando de convencerme… de cruzarme a cada paso con ese desconocido al que le pusieron mi nombre… 

   No tendré miedo… ¡qué descanso!… no tendré más deseos oscuros que me carcoman por dentro ni gusanos saliendo por la cuenca de mis ojos exigiendo su dosis diaria de carroña… 

   No tendré miedo… aunque quién sabe si nostalgia… ganas de saber qué será de todo aquello... de cómo las nieves de antaño se derriten en el Vacío… ¿Dónde estarán los perfumes embriagadores de las flores desaparecidas?, ¿dónde, los colores mágicos de los antiguos ocasos? ¿Qué será del parque de Floridablanca?... ¿cuándo cerrarán las puertas del Ipanema?... ¿cuál será la última botella del Hungaria?... ¿cómo se marchitará la Plaza de las Flores?... ¿cuánto tiempo pasará antes de que planten un rascacielos en el Jardín de la Pólvora?... ¿quién será el último de nosotros que un mediodía otoñal dé un paseo por las ruinas del Tontódromo con los ojos sangrando lágrimas?… 
   
    No tendré miedo… ¿qué será de los besos que nos dimos, de los amores que nos profesamos, de las pasiones en las que nos confundimos?... ¿en qué apocalíptico fuego arderán las letras de los versos que escribimos con sangre al juntar nuestros cuerpos?… 
   
    No tendré miedo… ¿cómo se puede tener nostalgia de lo que no es?... seguramente, por la sencilla razón de que de lo que es jamás se tiene nostalgia… 

Fernando Blanco Inglés, "Mimesis"

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