miércoles, 30 de septiembre de 2020

Apocalíptico III.

    No queda un mísero rayo de sol en las bardas. La tarde cae a plomo. Su maltrecho espíritu, cansado de milenios, va colocando deterioradas estrellas en la bandera a media asta de la noche. Una luna mortecina vaga sin rumbo por las llanuras de un cielo sucio en indiferente. Se acabó el cuento, niños. es tarde. Ninguna excusa válida justifica el que estéis aún despiertos. Es de noche en todo el mundo. Hora de irse a dormir. De soñar con los ángeles. De dejar de pensar. De descansar un rato para siempre. Recoged vuestro espíritu. Genuflexionad vuestra alma. Rezadle poética oraciones al Niño Jesús. Santiguad vuestro psecho. Es tarde. Le han salido canas al cielo y se ha llenado de arrugas el rostro del universo. Cerrad los ojos. Dormid. Soñad. Desapareced. Disolveos en el aire... Mañana todos los despertadores del mundo serán gritos de alarma que anuncien con descortés estridencia la llegad inminente del horror... y los hombres no hallarán lugar donde escoger su pánico... ni sitio donde ser...  Beberán sal.. comerán el pan de la amargura, fermentado co la levadura de la angustia y amasado con las lágrimas de la desesperación... huirán de la violencia y la violencia allá donde lleguen les estará esperando... abrirán los grifos de su refugio y manará de ellos sangre... cerrarán la puerta de su casa y se quedarán a solas con la muerte. No habrá agua bastante para limpiar su ignominia ni tierra suficiente en el mundo para enterrar a sus muertos.

Fernando Blanco Inglés, "La Cuestión Q, 2"

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