Brutal
atentado estatal en un colegio de nuestra ciudad.
Viejos conocidos de los servicios secretos y de la
policía, con amplios historiales delictivos en su haber, inspirados ideológica
y económicamente por agentes de inteligencia del Estado, han entrado a primera
hora de esta mañana en el colegio público infantil Niño Jesús armados con
granadas y fusiles de asalto. A consecuencia de lo cuál, 27 niños han muerto y
49 resultaron heridos, 15 de ellos en estado de máxima gravedad. Los docentes
del centro y el conserje de guardia salvaron heroicamente sus vidas, haciendo
uso del socorrido método de salir huyendo, al grito de sálvese quien pueda, tras
dejar abandonados a su suerte al alumnado. Los supuestos terroristas fueron
abatidos a la salida del colegio por las fuerzas del orden destacadas al lugar.
Cómo no. Los muertos, aparte de ser los que mejor no hablan, resisten como
nadie la tortura y constituyen modelos paradigmáticos de aguante encomiable y comportamiento
ejemplar frente los más agresivos interrogatorios. Nadie sabrá qué pasó. La
versión de lo sucedido quedará a cargo una vez más de las fuentes de
información del gobierno. Es decir, en el limbo. Ahora vendrán las procesiones
compungidas, las madres mías de las plañideras, las declaraciones políticas de
rechazo a cualquier forma de violencia, las loas a la profesionalidad de los
cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado, las consignas cliché: todos somos
el Niño Jesús, las velas encendidas, los ramos de flores, los reporteros sin
escrúpulos, los corazoncitos comprados en los chinos, los lamentos compungidos,
los globos estampados con ailovius, los osos de peluche, los horteras altares
paganos, las múltiples condolencias, las muestras de apoyo, los lacitos de luto
solidario, los cuartetos de cuerda, los melifluos pianos interpretando ante las
cámaras el Imagine de John Lennon y
demás zarandajas sentimentaloides que sirven de duelo a sociedades en extinción.
Políticos disputándose la hegemonía del escenario, teóricos de pacotilla apuntalando el relato
oficial, hienas de la prensa abalanzándose ferozmente sobre la carroña. Reivindicaciones
del fanatismo islámico en la red. Campañas de propaganda televisivas en labios
de sesudos intelectuales, los papagayos de Júpiter, expertos en modus operandi
y en llevárselas crudas por el morro, destinadas a no confundir bajo ningún
concepto el islam con el terrorismo, por aquello de que no está bien visto
odiar a quienes nos quieren matar, según los preceptos impuestos por lo
políticamente correcto, cloroformizando a la población y cubriendo con un
siniestro velo el incontestable hecho de que existan Estados como Arabia Saudí
e Irán que actúan de focos ideológicos y financieros del terrorismo mahometano,
e ignorando, de igual modo, la amenazadora presencia de multitud de mezquitas
salafistas, repartidas por toda Europa, dirigidas por fanáticos imanes que
adoctrinan desde el púlpito a sus fieles sobre la cantidad de cuellos que han
de segar para constituirse en héroes destacados de la guerra santa. Afectados
minutos de silencio en todas los consistorios y Administraciones.
Manifestaciones de repulsa promovidas por diversas Asociaciones de Víctimas del
Terrorismo, dirigidas por subalternos del Estado y financiadas por los fondos
de reptiles del gobierno. Placas conmemorativa, monumentos funerarios, fuegos
artificiales, bajada de telón y hasta la próxima.
Desde nuestra
humilde redacción sólo podemos expresar la perplejidad en la que nos hallamos
sumidos en forma de preguntas sin respuesta: ¿Por qué pagamos la entrada? ¿No
nos aburrimos de asistir siempre a la misma función? ¿Quiénes son los presuntos
hijos de puta que manejan los hilos del retablo? ¿Por qué consentimos, en el
paroxismo de la abulia, que se burlen de nosotros de esta manera? ¿En qué lugar
de lo poco que nos queda de cerebro radica nuestra pusilánime capacidad para
soportar lo insoportable? ¿Cómo es posible, si no estamos muertos, que podamos
vivir así? ¿Hasta dónde les dejaremos hacer? ¿Hasta cuando pensamos seguir
calificando de actos terroristas lo que son flagrantes hechos de Estado?
Noticias Q., 13 de septiembre 2017.
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