jueves, 21 de septiembre de 2017

Meritocracia

Meritocracia.
La maldición bíblica no les afecta. El trabajo es un concepto ajeno a su concepción del mundo. Les trae completamente sin cuidado, dónde se ha visto, pudiendo vivir del cuento. No sudan ni en la sauna. Si fueran científicos, no estarían cualificados ni para ser becarios; si fueran empresarios, sus empresas estarían en quiebra antes de ser inscritas en el registro mercantil; si fueran barrenderos, las calles estarían más sucias que de costumbre; si fueran poetas, de sus plumas no saldría un verso que mereciera la pena; si fueran marinos, adiós barcos; si fueran catedráticos, todos sus alumnos se doctorarían con honores en  analfabetismo superior; si fueran cómicos, matarían de aburrimiento a las ovejas del portal de Belén; si fueran cocineros, sus comensales elegirían morirse de hambre; si fueran médicos, sus pacientes graves deberían encomendar su alma a dios antes de darse definitivamente por muertos; si fueran novelistas, no habría quien se atreviese con sus bodrios por no morir de angustia en el intento; si fueran cineastas, habría que ponerse hasta las cejas de alcaloides para equivocarse y entrar en las salas que proyectasen sus películas; si fueran bomberos, sé quemaría el mundo; si fueran ingenieros, todas sus carreteras conducirían al infierno; si fueran mecánicos, se estrellarían contra el vacío, nada más salir del taller, los indefensos vehículos que pasasen por sus manos; si fueran peluqueros, todos calvos; si fueran guardias forestales, nos quedábamos sin bosques; si fueran perros detectores de droga, para los narcotraficantes siempre sería primavera en el Corte Inglés; si fueran agricultores, no haría falta la pertinaz sequía para que se desertizaran los campos; si fueran militares, perderíamos de antemano todas las guerras; si fueran prostitutas, sus clientes se verían indefectiblemente condenados a padecer enfermedades infecciosas; si fueran periodistas, serían más o menos como los que hay ahora, pero como son políticos, viven de puta madre, y, no contentos con ello, roban de las arcas públicas todo lo que pueden y más.
Víctor Zamora: "Notas al Margem".






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