Tengo la
capa raída, deshecho el nudo de la pajarita, arrugada la camisa, reuma en los
huesos, las alas quebradas, caries en los colmillos, las venas secas, los
pulmones sofocados… Flota en el ambiente un insoportable hedor a ajos, sobre mí
llueve agua bendita; allá abajo, mis viejos zapatos de charol, otrora lustrosos
y hoy mugrientos, se esfuerzan en balde por pisar la nada; mis ojos han perdido
por completo su capacidad de hipnosis, no me llevo una gota de sangre al
gollete desde hace siglos; tengo una bala de plata alojada en el corazón,
porque a un estúpido granjero le dio por confundirme con el hombre lobo; llevo
un crucifijo de fuego clavado en la herida de mi conciencia y, para colmo,
amanece…
Fernando Blanco: "Cien Cuentos Chinos".
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