Los dioses, que supieron apagar volcanes en estado salvaje de erupción mediante certeros escupitajos, que fueron capaces de encender exuberantes hogueras en los remotos abismos del mar friccionando algas y coral, que levantaron de sus tumbas con un solo gesto a todos los muertos, se mostraron radicalmente impotentes a la hora de intentar hacer variar un músculo ápice el curso inflexible de los acontecimientos.
Fernando Blanco Inglés, "La cuestión Q,2"
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