domingo, 29 de septiembre de 2019

viernes, 27 de septiembre de 2019

Asesoría de imagen


Ahora, que de nuevo nos amenazan con la puesta en marcha de los carromatos de la caravana electoral, dispuestos a levantar otra vez sus zarrapastrosas carpas en nuestros desolados cerebros, sería conveniente, en vista de las sucesivas astracanadas de anteriores campañas, proponer humildemente un cambio de actitud e imagen a nuestros queridos próceres. 

   Somos perfectamente conscientes de que el ganado con el que tratamos, por más que se le estire, no da mucho de sí: horteras advenedizos, verduleras impertinentes, analfabetos irredentos, arribistas sin escrúpulos, demagogos de biberón, psicópatas de poltrona… y tenemos siempre presente al tiempo que dicha tipología viene lastrada de modo general en todos sus caracteres por su almibarada estulticia, su fantástica negligencia, su necedad intransigente, su incompetencia abisal, su meliflua malignidad… pero, ay amigo, con estas mulas y no con las que quisiéramos son precisamente con las que nos toca arar en este maldito desierto. Así que, aún teniendo en consideración todo lo anterior y sin perder de vista la envergadura del cambio, cosa que ha de entrañar inevitables resistencias en estas personalidades tan sui generis y recalcitrantes, nos atrevemos humildemente a sugerir una serie elemental de normas de comportamiento que, de ser debidamente seguidas, sin duda redundarán en despejar de miasmas el pantano y contribuirán a que sea un tanto menos insana la irrespirable atmósfera del espacio público.

   Un político que se precie no debería sonreír a diestro y siniestro, excepto cuando el asunto tuviera realmente gracia; cosa que generalmente sólo acontece cuando se meten con ellos.

   Debería serles de obligado cumplimiento el mantenerse prudentemente alejados del populacho, evitar cualquier malsana tendencia a la confraternización con los simples votantes y, sobre todo, por lo más sagrado, no deberían jamás bajo ningún concepto alzar en brazos a un niño y mucho menos, ¡qué repugnante horror!, besarlo, con el consecuente trauma irreparable que le originan a la pobre criatura para el resto de sus días. Esto, por ser un sumo contra dios, debería quedar de modo palmario rigurosamente prohibido en todo momento y lugar, y con mucho más motivo en el convulso fragor abominable de una campaña electoral.

   Un político como es debido tendría que instruirse a través de cursos intensivos de alfabetización que le confiriesen capacidad de expresarse con cierto grado de solvencia y corrección en lengua materna, cosa siempre harto conveniente dada la naturaleza lingüística de aquello que se han empeñado en catalogar como su trabajo, Y no me vengan son el socorrido rollo de falta-de-tiempo-hueco-de-agenda-gran-esfuerso-por-sacar-al-país-del-abismo, porque a estas alturas es de dominio público que se pasan tocándose los huevos las 24 horas del día. Pero como esta cuestión se halla más allá del límite de lo naturalmente posible, lo que naturaleza no da Salamanca no presta, al menos debieran procurar evitar en sus demagógicos e inarticulados discursos la lectura rancia de papeles. Queda fatal. Un pinganillo camuflado en la oreja, o injertado en el tímpano, operaría en este sentido milagros inusitados y provocaría efectos saludables de inhabitual frescura y desenfado coloquial.
   Un político con un mínimo de estilo no debería ir a la peluquería, salvo para cortarse el pelo y rasurar su barba. Son espantosos eso cortes de peluca lacados con los que tienen la desfachatez de presentarse en público. No es fácil entender tanto afán en engalanar sus maltrechas entendederas con esos repelentes cascos que no conceden opción a una vistosa greña natural ni permiten a un solo pelo ir a su aire. En los mítines al descampado, se pueden repasar los videos de anteriores campañas, cuando sopla viento, se acentúa el desaguisado y se vuelve aún más repulsiva la estampa.… Ah, a propósito de imagen, que no se nos olvide: el modelo progre de gafitas, barbitas y cara de cerdos consumados lleva siglos pasado de moda y provoca cierta repugnancia, náuseas, arcadas y vómitos entre el público consciente, para eso mejor tirar con un par por la calle de en medio y salir oculto con burka dispuesto a defender de modo espectacular el intransigente multiculturalismo funcional de los sectarios.
   Terminantemente vetado el uso de corbatas lisérgicas. Bajo ningún concepto puede legitimarse su uso. Generan angustia inconsciente y epilepsia entre los proclives, y mofa y escarnio entre los contrarios; y, por tanto, pérdida de votos irreparable. Mejor sería dejarse de aberraciones extravagantes en lo que respecta a vestuario e intentar aderezarse con estricta sencillez para confundirse en la medida de lo imposible con los gustos mayoritarios del vulgo.
   No someterse a operaciones quirúrgicas estéticas para ocultar la alopecia y las arrugas, a base de botox y pelos de comadreja viuda. Aparte de quedar fatal, desenmascara el ominoso carácter de farsa teatral de la política. 
   No evidenciar de modo constante su repulsiva doble faz. En este aspecto hay que currárselo a tope, porque se nota de lejos y al instante. Aunque somos conscientes de que los más sabios preceptores del mundo reunidos a tal efecto serían incapaces de iluminar un átomo de su abismal ignorancia ética al respecto, sería menester contratar, con el fin de disimular en lo posible y para paliar daños, a profesionales tipo actor estudio que les impartiesen seminarios acelerados de artificiosa naturalidad.
   Evitar contradecirse a cada instante, a la vez y al mismo tiempo. Eso empieza a estar mal visto. Sería altamente recomendable que entre una declaración y su contraria al menos dejasen pasar 24 horas para darle tiempo al público a olvidar.
   Intentar por todos los medios en los discursos públicos que no se vean los hilos que les mueven como ridículas marionetas. Para ello bastaría con saltarse el guión de gestos preestablecidos y moverse uno como dios le de a entender o, si no se da más de sí, que será lo más probable, quedarse quieto y llamar lo menos posible la atención sobre su incamuflable estulticia gestual. 
   Construir discursos alejados de baratas metáforas consabidas y exentos al máximo de lemas, tópicos, y lerdas expresiones desgastadas tan propias del estilo hediondo al que son tan proclives: “se puede decir más alto, pero no más claro”, “hay que arrimar el hombro”, “es necesario un gran esfuerzo”, “hay que remar a favor y no en contra”… necios recursos de aprendiz carentes de sentido que intoxican como productos caducos las mentes desprevenidas y alteran las relaciones neuronales de las prevenidas. ¿Por qué no probar con la subversión de tales tópicos y provocar de este modo sutiles efectos poéticos que cuanto menos causen sorpresa?, como por ejemplo: “se puede decir más bajo pero no tan oscuro”, o “no por mucho acostarse anochece menos tarde”, o “negro y en botijo”, o “cuanto más amanece, más tarde nos da por levantarnos”, o “los mismos collares con diferentes camellos, que para más inri son íntimos colegas de corderos disfrazados de anacondas dispuestas a envenenarnos”, o “el cabrón del perro con babas de rabia en la boca que me clavó los colmillos en el culo no tuvo ni la delicadeza de ladrar pa avisarme el muy hijo puta”… en fin, la gama de posibilidades es inagotable… sólo basta un poco de imaginación y algo de voluntad transgresora para romper con los dogmas cadavéricos de la tradición… y, en caso de que, como muchos nos hallamos en condiciones de augurar, no les quede ni un gramo de tales virtudes para enmendar el asunto… no hay que desesperar, siempre hay para los que no pierden la fe un último recurso: barajar sujetos, adjetivos, predicados y declinaciones verbales extraídos al azar del diccionario y soltar lo que salga, que, por muy incomprensible que pudiera parecer a primera vista, siempre tendrá más enjundia significativa y gracia que sus putrefactas peroratas.
   ¡Ah!, terriblemente importante y digno de ser subrayado con sangre: si hubiere, el CNI no lo quiera, un atentado terrorista en el transcurso del periodo electoral, es necesario considerar a todas luces como de pésimo gusto el abalanzarse sobre el primer micrófono con el que se crucen para demostrar, en tono macabramente familiar, que se han memorizado los nombres y apellidos de las víctimas como si los conociesen de toda la vida. Queda horrible fingir compasión, cuando todo el mundo sabe que, lejos de hallarte en situación depresiva, esa misma noche cenarás de puta madre en un restaurante de lujo, calculándole los réditos electorales al atentado, y dormirás a pierna suelta en una suite palaciega sin el menor cargo de conciencia.
   Hacer como que se trabaja, aunque sólo sea para sofronizar el creciente desasosiego del contribuyente. No sería del todo mala propuesta la de disfrazarse de obrero en cada plaza del itinerario que se visitase y acudir a cualquier tajo para evidenciar su irrefrenable empeño en levantar el país. O, si no se está preparado para tal martirio, cosa más que comprensible, después de tantos años de no pegar palo al aire, acudir al menos a los plenos del parlamento en tanto dure la campaña, aunque sólo sea mientras estén las cámaras filmando. 
   De igual modo, y atendiendo a criterios similares de decoro, sería del todo recomendable abandonar el patético papelón de ser los portadores elegidos por la verdad absoluta y atreverse a confesar errores, al principio como el que no quiere la cosa, dar la razón al adversario, como si de verdad no se quisiese, y ejercer una especie de oblicua autocrítica, aunque sólo fuere en aspectos secundarios del ejercicio de la responsabilidad, siempre que esto sirva, claro está y he ahí la jugada,  para ocultar los desaguisados principales y para confundir al personal con genuinos actos de falsa autenticidad.
   Y lo que ya sería de cine: conseguir de vez en cuando, en épocas como la que atravesamos en que la corrupción rebasa las fosas sépticas y las cloacas, que uno de los vuestros –un pringao cualquiera con cierto renombre seleccionado entre los subalternos del escalafón- elegido a tal propósito como perfecto chivo expiatorio, se practicase un seppuku* en directo ante las cámaras de televisión con el objetivo inmarcesible de purgar a la casta. Esto sería lisa y llanamente la hostia y conseguiría que en el electorado se revitalizase la falsa creencia en la intolerancia del sistema frente a las habituales y multitudinarias prácticas delictivas del bandolerismo burócrata del régimen.

*Seppuku: en lengua vernácula, coger una reluciente navaja de Albacete, rajarse la barriga y extraerse el mondongo hasta diñarla

jueves, 26 de septiembre de 2019

sábado, 21 de septiembre de 2019

Viva muerte

Tan miope como un águila,
Tan cruel como una gacela,
Tan dulce como un cocodrilo,
Tan tonto como un lince,
Tan pesado como un colibrí,
Tan pacífico como una pantera,
Tan ágil como una lapa, 
Tan veloz como una tortuga,
Tan volátil como una serpiente,
Tan liviano como un elefante,
Tan simpático como un tiburón,
Tan sutil como un rinoceronte,
Tan perspicaz como un dromedario,
Tan despierto como un lirón,
Tan dócil como una anaconda,
Tan depredador como una oveja,
Tan diminuto como una ballena,
Tan lento como un guepardo,
Tan manso como un oso,
Tan seco como una medusa,
Tan violento como una mariposa,
Tan honesto, tan valiente, tan trabajador  y tan inteligente como un presidente de gobierno en España.

viernes, 20 de septiembre de 2019

lunes, 16 de septiembre de 2019

Estética negativa

El arte no tiene propósito ni utilidad ni función, ni sentido, no es un tema, ni una asignatura, ni un entretenimiento, ni una afición,  ni un pasatiempo, ni un oficio, ni una destreza, ni una habilidad, ni una técnica, ni una diversión, ni una actividad, ni un producto, ni una copia, ni un simulacro, ni un bálsamo, ni un estupefaciente, ni un consuelo, ni una palabra, ni un concepto, ni una categoría... el arte no es y, sin embargo, no siendo, es más que cualquier otra cosa que sea.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Recontraespionaje

El CNI es espiado de modo permanente por el CNI con el objetivo de dilucidar si es el CNI el que espía al CNI o, por el contrario, es el CNI el que espía a éste.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

martes, 10 de septiembre de 2019

domingo, 8 de septiembre de 2019

Espíritu de interdicción

A la entrada del desierto había un cartel prohibiendo fumar y negándole la entrada a los perros.

Desgobierno

España ha inventado el Presidente de Gobierno Cero, bajo cuyo sabio mandato los problemas se resolverán solos o no serán, y la ley de la gravedad dejará de afectar por decreto a las estructuras del régimen.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Golpismo ideológico

Hay ideas durmientes infiltradas en tu cerebro dispuestas a ser despertadas en cualquier momento para dar un golpe de Estado en la república de tu conciencia.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

martes, 3 de septiembre de 2019

Hechizar

Subir en la primera frase al lector en la moto y no dejarlo bajar hasta llegar a la isla más remota de los Mares del Sur.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Civilización judeocristiana

Si estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, qué duda cabe de que estamos hablando del ser más abyecto del Universo.