Les pagamos el sueldo, las casas, el servicio, los desplazamientos, los coches, la gasolina, los escoltas, los viajes turísticos, sus lujos horteras, sus innumerables vicios. Les permitimos robar nuestro legítimo patrimonio a diestra y siniestra. Sus discursos son infectos. Sus métodos abominables. Sus hechos infames. Su nombre es legión. Su cifra innumerable. Ocupan todos los espacios de poder. Están dispuestos a lo que sea con tal de mantener sus privilegios. Son la serpiente policéfala. La de las escamas de azufre. La de los múltiples alientos venenosos. La capaz de regenerar dos cabezas por cada una que se le ampute. No basta la guillotina. Todas las cárceles serían insuficientes. Sería preciso quemar el país y arrojar las cenizas al pasado.
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