Ecuanimidad. Va contra las reglas elementales de cualquier juego lingüístico presidido por el buen gusto pretender insultar a nadie con el nombre genérico de una especie animal que, al provocar el efecto contrario, ofenden al ser inocente bajo la excusa de atacar al culpable. Lo incomparable jamás se debe comparar. ¿Qué culpa tienen los nobles cerdos o las majestuosas ratas del vil comportamiento del hombre?
Verónica Volcán: "Bestiarium".
No hay comentarios:
Publicar un comentario