Las palabras carecen por sí de
significado, son extraños signos que pueden significar lo que significan y lo opuesto
a lo que significan, ser o dejar de ser significantes según intereses, y
recorrer así un infinito abanico de posibilidades semánticas dependiendo de
quién y cuándo las dicen, porque no es lo mismo la palabra libertad en labios
de Churchill que de Stalin, ni en labios de Churchill un día que en labios de
Churchill otro.
Verónica Loscán: "Lengua Muerta".
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