Ni descripciones
exactas, ni personajes verosímiles, ni perspicaces diálogos, ni microscópicos detalles
inusitados, ni impecables soliloquios interiores, ni seductoras intrigas, ni
articuladas tramas, ni compactas estructuras, ni inspiradas relaciones, ni efectos inesperados, ni singulares contrastes, ni modulaciones refinadas, ni
estilos impactantes, ni pensamientos insospechados, ni frases hermosas, ni
ideas elegantes, ni formas distinguidas, ni portentosas alucinaciones, ni
geniales puntos de vista polifacéticos que abarquen toda la gama del espectro para estupor del lector… Nada de
eso sirve para nada, si antes no se resuelve de modo eficiente la cuestión
ambiental… porque la principal misión de un escritor es la de habilitar una
atmósfera en la que el inconsciente del lector pueda respirar a pleno pulmón
desde la primera frase.
Víctor Zamora: "Cartas Tibetanas".
Fernando se retira por pusilánime. Nosotros seguimos hasta aterrizar en el Hermitage y arramblar con todos los cuadros.
ResponderEliminarVerónica y Víctor.
Efectivamente.Llamémosle íncipit.
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