Nunca la ideología dominante ha sido tan hegemónica y compacta con en nuestros días ni tan dócilmente asumida e interpretada como propia por la inmensa mayoría de la población. Hasta las formaciones supuestamente revolucionarias, nacen imbuidas, si no activadas, por formas de pensar que previamente han decidido las clases instaladas en el poder. La revolución se ha vuelto, por tanto, un valor de mercado; y ser revolucionario, una profesión de lo más cómoda y magnánimamente remunerada en esta inmunda oclocracia.
Fernando Blanco Inglés, "La cuestión Q, 2"
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