El coronavirus, haciendo ostentación de una falta inadmisible de modales, se presentó en España sin ser invitado, sin llamar a la puerta, sin depositar su tarjeta de visita en la bandeja del Mayordomo, sin esperar pacientemente en el vestíbulo a que le dieran audiencia e irrumpiendo violentamente en la fiesta de carnaval disfrazado de muerte.
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