La final de la copa del mundo se jugó sin árbitro, terminó en empate. No se registró el menor altercado ni en el césped ni en las gradas. No hubo los manidos cánticos de costumbre ni las insoportables consignas de rigor. Los altavoces del estadio permanecieron en silencio y la noche se colmó de estrellas.
Víctor Zamora: "Espíritu Deportivos".
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