lunes, 16 de enero de 2017

Prestidigitación XXXVII


El mago, con el rostro iluminado por una enigmática sonrisa de oreja a oreja, entre murmullos improcedentes e insinuaciones de carácter sicalíptico al historial de su santa madre, extrajo del sombrero las piezas relucientes de un fusil ametrallador que fue armando con estricta meticulosidad y, una vez dispuesto y debidamente nutrido de balas en la recámara, disparó a discreción aniquilando a la totalidad del público. A éste, siempre voluble, caprichoso e inescrutable la cosa no terminó de convencerle, pero por una vez en nuestro centenario local se pudo gozar del profundo silencio que reinó en la sala y no hubo que recurrir al humillante acto de devolver la entrada.

Víctor Zamora: "Cabaret Luzbel".

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