¿Cómo es posible que con una consigna tan
impotente se pueda estar engañando a tanta gente durante tanto tiempo? Tan
abstracta que para cualquier cosa vale. Lo mismo un roto que un descosido. Para
salvar a tu equipo del descenso a segunda, para darse ánimos entre los eunucos de
la jauría a la caza de sexo, para entronizar a un estafador en la Casa Blanca o
para arrasar una bella y melancólica tarde de otoño el Palacio de Invierno. Yo
no soy quién. Ni quiero serlo. Lejos, por tanto, de mi intención exigirles que
escriban un nuevo manifiesto teórico que explique el estado actual del
imperialismo antes de ponerse a berrear histerias por las esquinas, a mi edad no conviene imaginar imposibles, pero ¿por
qué al menos no inventan un slogan nuevo cada vez que pretendan metérnosla
doblada? Ése es hortera y bobalicón. Provoca náuseas en los genitales e
ictericia en los oídos. Y, de paso, ya que estamos, si no es mucho pedir, ¿por
que no nos hacen el inmenso favor de meterse la lengua en el culo hasta que no
renuncien al sueldo con el que el sistema que dicen aborrecer les mantiene?
Víctor Zamora: "Notas al Margen".