Cayó el más terrible
de los rayos y todos los árboles del bosque quedaron calcinados, pero como el
filósofo estaba en otro lado, absorto, ensimismado, exhumando con lupa legajos
clásicos sobre la mesa polvorienta de su desvencijado despacho, en realidad no
sucedió.
Verónica Boscán: "Escenas Cotidianas".